domingo, 12 de octubre de 2025

IA, Humanismo y Renta básica Universal ¿cuáles son las perspectivas?

En un nuevo episodio del Podcast IA de Jon Hernandez, una entrevista a José María Lassalle, en la que se abordan ideas centrales respecto a la Inteligencia Artificial (IA), entendiéndola no como una mera innovación económica, sino como una disrupción civilizatoria. Aquí una síntesis realizada por la #IAgenerativa:

📌 Síntesis del video

  • IA como disrupción civilizatoria: no es solo una nueva Revolución Industrial, sino un cambio profundo que afecta economía, política, cultura y la propia concepción del ser humano
  • Humanismo tecnológico: la tecnología debe estar al servicio del ser humano; urge una ética y regulación democrática que limiten el poder concentrado de las grandes corporaciones digitales.
  • Trabajo y automatización: la IA amenaza con destruir millones de empleos hacia 2030; se abren escenarios de precarización o, si se gestiona bien, de liberación de tiempo y reducción de jornada laboral.
  • Renta Básica Universal (RBU): presentada como una solución casi inevitable para sostener dignidad y cohesión social en un futuro con menos empleo estable.
  • Democracia y riesgos políticos: la IA incrementa el riesgo de desinformación, manipulación y concentración de poder. El debate debe ser liderado por la política, no por las corporaciones.
  • Democracia y riesgos políticos: la IA incrementa el riesgo de desinformación, manipulación y concentración de poder. El debate debe ser liderado por la política, no por las corporaciones.
Reflexión final: la IA puede ser tanto una oportunidad como una amenaza. El desafío es construir un marco humanista y democrático que garantice que el futuro tecnológico amplíe libertades en lugar de restringirlas.


Un concepto clave que plantea Lasalle es el de la Renta Básica Universal, como herramienta práctica y casi inevitable para sostener la dignidad humana ante la disrupción laboral de la IA. Su propuesta de un Humanismo Tecnológico como marco ético-político necesario para gestionar la IA, emerge como una herramienta pragmática e inevitable para sostener la dignidad y la cohesión social ante la automatización masiva del trabajo. 

Lasalle enfatiza que "lo único inevitable será la convivencia con las máquinas". En este sentido, el objetivo de un humanismo tecnológico es garantizar que la tecnología siga estando al servicio de la humanidad y no al revés.

La IA trasciende el concepto de una "Revolución Industrial 4.0". Se trata de un cambio de paradigma civilizatorio que afecta simultáneamente las estructuras laborales, la economía política, los sistemas democráticos y, fundamentalmente, la ontología del ser humano.

Adicionalmente, el impacto en el trabajo y la automatización de empleos hacia 2030 sitúa a la sociedad ante un dilema estructural: ¿Realmente el incremento de la productividad aumenta la competitividad? La mejora en los resultados, ¿es capaz de producir un salto en las remuneraciones? 

La Renta Universal no es concebida meramente como una política económica, sino como una herramienta necesaria e inevitable de la tradición humanista para salvaguardar la dignidad en la era digital, en determinados sectores y en un plazo de 5 años. 

Pensar en un Humanismo Tecnológico, exige entonces un modelo ético de IA que refuerce la soberanía popular en lugar de sustituirla. El desafío no es solo técnico, sino profundamente político y filosófico

El ser humano está diseñado para encontrar soluciones donde no hay, piensa cosas que no se han creado, a diferencia de una máquina que aumenta la capacidad de trabajo sobre un información precargada. En este sentido, educar para la IA es agregar valor a la tarea humana. 


martes, 19 de agosto de 2025

El alma de la máquina: ¿Puede la IA realmente "pensar"?

La inteligencia artificial (IA) ha pasado de ser una promesa futurista a una realidad presente en nuestros días, impactando en áreas sustanciales como la economía, la educación y hasta nuestra forma de entender la creatividad. Pero a medida que sus capacidades avanzan, surgen preguntas fundamentales: ¿Puede la IA realmente "pensar" como un humano? ¿Es capaz de comprender, o incluso de sentir? Y, ¿cuáles son los riesgos de delegar cada vez más nuestras facultades cognitivas a las máquinas?

Con la llegada de los "agentes inteligentes" con capacidad de decisión autónoma promete un cambio aún más profundo. Estos agentes, potenciados por la robótica, la computación cuántica y el blockchain, asumirán un volumen creciente de actividades económicas. El artículo de El Confidencial   señala tres niveles de impacto de la IA en las actividades de los humanos:

  • Aumento: la IA como herramienta para mejorar la productividad.

  • Multiplicación: agentes de IA realizando el trabajo de varias personas.

  • Sustitución: la IA asumiendo por completo ciertas actividades, incluso profesiones.

Sin dudas, este escenario nos plantea desafíos significativos para el mercado laboral en un futuro bastante inmediato, un futuro que nos interpela y  “obliga” a redefinir lo que nos distingue sustancialmente como humanos.

¿Qué pasa en el ámbito de la educación?

La educación no es ajena a esta transformación. Iniciativas como el "Pledge to America's Youth: Investing in AI Education" impulsada por Estados Unidos, con el apoyo de gigantes tecnológicos como Google y Microsoft, buscan fomentar el interés temprano en la IA y promover la alfabetización digital. La IA generativa, capaz de crear contenidos, evaluaciones personalizadas y asistencia en tiempo real, abre nuevas posibilidades pedagógicas. 

Pero también es importante tener en cuenta que la dependencia excesiva de estas herramientas puede llevar a una disminución del pensamiento crítico y la capacidad de resolución de problemas, especialmente en las nuevas generaciones que se están formando. Así, uno de los riesgos más críticos es el llamado sedentarismo cognitivo

La mente humana, a diferencia de la inteligencia artificial, no se basa en fórmulas optimizadas, sino en experiencias, asociaciones flexibles, contexto e incluso contradicciones.  

Entonces, ¿piensan las máquinas? 

Un estudio reciente, "From Tokens to Thoughts: How LLMs and Humans Trade Compression for Meaning", arroja luz sobre esta cuestión. 

La investigación concluye que los Grandes Modelos de Lenguaje (LLMs) como ChatGPT operan mediante “comprensión estadística y matemática”. Es decir, son muy eficientes en la elaboración de patrones lingüísticos, pero carecen de la intuición, el sentido común y la capacidad de captar situaciones del contexto, propias del pensamiento humano. Las máquinas calculan y manipulan símbolos; pero no es equivalente al pensamiento humano.


La IA y la creatividad: ¿Prótesis o reemplazo del alma?

Esta distinción entre cálculo y comprensión nos lleva al terreno de la creatividad y la emoción. ¿Puede la IA escribir poesía que conmueva como Walt Whitman? 

María Popova, en una interesante reflexión sobre por qué una IA no puede escribir un poema  argumenta que NO es posible, porque la IA carece de la experiencia humana y, por ejemplo, la “capacidad de sufrir”, elemento que, para ella, es inherente a la creación artística.

Otros opiniones contraargumentan esta reflexión, considerando que la IA puede ser una "prótesis" o "apéndice creativo" para los artistas.  Aunque carece de intenciones o emociones, el haber sido estos sistemas entrados con obras humanas, ofrecen nuevas combinaciones y posibilidades. 

La cuestión no es si la IA puede reemplazar al artista, sino cómo puede amplificar sus capacidades:  "en manos brillantes, la IA eleva, mientras que en manos mediocres, degrada".

La IA está aquí para quedarse. El desafío no radica en rechazarla, sino en lograr integrarla de manera ética y responsable. Es clave adoptar un equilibrio entre la adopción tecnológica y la preservación de habilidades humanas esenciales, como la empatía, el pensamiento crítico, la creatividad y la capacidad de comprender el mundo en toda su complejidad.

Debemos recordar que, si bien la IA es una herramienta poderosa para procesos de automatización, nuestra mente se nutre de experiencias, contexto y contradicciones. La clave es usar la IA para “examinar y potenciar” nuestras propias intuiciones, no como un sustituto de ellas.


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Articulo elaborado con la asistencia de la IAGenerativa Gemini.


viernes, 25 de julio de 2025

¿En qué punto está la Inteligencia Artificial? ¿Qué usos estamos haciendo en 2025?

Cada año, la consultora Gartner publica su famoso Hype Cycle, una herramienta visual que nos ayuda a entender en qué etapa se encuentran las tecnologías emergentes. 

El gráfico divide la evolución de una tecnología en cinco fases:

  1. Disparador de innovación: cuando surgen nuevas ideas o avances, pero aún sin aplicaciones claras.

  2. Pico de expectativas sobredimensionadas: donde todo parece posible, y la tecnología recibe atención mediática y promesas de revolución.

  3. Valle de la desilusión: cuando los resultados reales no cumplen con el entusiasmo inicial.

  4. Pendiente de la iluminación: las aplicaciones útiles empiezan a consolidarse.

  5. Meseta de productividad: la tecnología madura y se integra de forma estable en distintos sectores.

En su versión 2025, el foco está puesto en la Inteligencia Artificial, y los resultados son más que interesantes para quienes trabajamos en educación, innovación o desarrollo tecnológico.



Según el gráfico, tecnologías como AI AgentsSovereign AI o Artificial General Intelligence están en el pico del entusiasmo, mientras que otras, como Generative AI (la que usamos con herramientas como ChatGPT) ya comienzan a descender hacia una etapa más crítica, donde se evalúan sus verdaderas posibilidades, riesgos y límites. Estas áreas concentran el entusiasmo en general y gran parte de la inversión de las empresas tecnológicas.

En cambio, herramientas como los servicios de IA en la nube, los gráficos de conocimiento o la destilación de modelos están avanzando hacia fases más estables, con beneficios reales y medibles.

Una lectura interesante: muchas de las tecnologías más mediáticas hoy podrían tardar entre 5 y 10 años en madurar. Algunas incluso más. Y otras, simplemente, nunca llegarán a usarse masivamente.

En tanto, hace unas semanas, me encontré con este gráfico, asociado a un estudio reciente citado por la revista Harvard Business Review (HBR), que analizó los 10 principales casos de uso de la IA Generativa en 2024 y 2025. 

Los resultados resultan significativos: mientras en 2024 predominaban las tareas técnicas y de productividad, en 2025 los principales usos de las aplicaciones IA se orientan al bienestar emocional, el desarrollo personal y la vida cotidiana.




Según el ranking publicado por HBR, en 2024 el uso más común fue la generación de ideas, seguido por el acompañamiento emocional (therapy/companionship) y la búsqueda específica de información. Sin embargo, en 2025, esta última fue desplazada por dos nuevas prioridades: organizar la vida personal y encontrar propósito, dos usos que ni siquiera figuraban en el top 100 el año anterior. 

Esto indica una transformación profunda en cómo las personas están integrando la IA en su vida diaria.

El uso de la IA indica un giro de lo técnico a lo emocional, el informe identifica un crecimiento sostenido en áreas como la terapia, la productividad personal y el desarrollo individual. La IA, ¿de copiloto a acompañante de vida y guía existencial? 

Este cambio también se refleja en las categorías temáticas: los usos ligados al apoyo personal y profesional y al aprendizaje y educación crecieron notablemente, mientras que aquellos vinculados a investigación y análisis” o “soporte técnico” perdieron relevancia. Así, el troubleshooting, que ocupaba el séptimo lugar en 2024, se mantuvo sin cambios, pero con menor protagonismo frente a nuevas necesidades emergentes.

Por su parte, usos como “generar código para profesionales” o “mejorar código” se mantienen entre los diez primeros puestos, lo que muestra que los usuarios expertos aún encuentran en la IA Generativa un aliado técnico. Sin embargo, lo notable es que la generación de ideas, que lideraba en 2024, descendió al sexto lugar en 2025, superada por prioridades más introspectivas.

Otro dato ilustrativo: el uso de la IA para brindar “consejos generales”, que en 2024 ocupaba el décimo puesto, desapareció del ranking, ubicándose en el puesto 75 en 2025. Esto sugiere un uso más específico, que ya no busca respuestas genéricas sino interacciones más significativas y personalizadas. 

La IA ya no solo resuelve problemas. Ahora también acompaña, ordena, motiva y sostiene. ¿Estamos efectivamente en presencia de una IA Agéntica?

Sin dudas, el hype tiene implicancias relevantes para el diseño de herramientas de IA y las políticas de innovación educativa. La IA Generativa comienza a funcionar no solo como asistente técnico, sino como actor simbólico y afectivo dentro del ecosistema digital, reflejando una demanda creciente de apoyo emocional y sentido vital.


Finalmente, comparto la traducción al español de la infografía (imagen) con asistencia de ChatGPT: