Lo que hoy entendemos por aprendizaje a lo largo de la vida está basado en el discurso actual que nos dice que la educación universitaria ya no es suficiente y, a raíz de la 4° Revolución Industrial, y por qué no de llegada de la Inteligencia Artificial, producto de las tecnologías que difuminan los límites físicos, digitales y biológicos de nuestras vidas, el panorama laboral se ha vuelto cada vez más incierto y debemos mantenernos actualizados.
Además, el hecho de que la esperanza de vida va en aumento, nos permite concluir que nuestra vida laboral también se extenderá, lo mismo que nuestras necesidades de capacitación y actualización.
El sociólogo Zygmunt Bauman ha definido nuestra época como “modernidad líquida”, diciendo que en ella el progreso se da a través de un “cambio inexorable que presagia una crisis y una tensión continuas. En este sentido, podemos decir que vivimos en una sociedad en la que nos vemos obligados a aprender todo el tiempo para encontrar su lugar en la sociedad.
En este contexto, la apuesta por la adopción de las credenciales alternativas, microcredenciales e insignias digitales a fin de integrarlas a la oferta educativa como un recurso que añade valor al grado académico, se ha acentuado. El Tec de Monterrey difundió una normatividad interna que reconoce a las credenciales alternativas de forma independiente como programas de educación continua; también se establecieron las condiciones para otorgar crédito académico a nivel de profesional y posgrado por medio de estos certificados. Como prospectiva a nivel universitario, es clave repensar en este sentido trayectos de formación que integren estas dimensiones.